Baptisterio

Artículos de la segunda bóveda

V. En la segunda nave, la bóveda de izquierda representa al Cristo en el Limbo y la Resurrección, según los dictámenes del quinto Artículo del Credo: ‘DESCENDIT AD INFEROS, TERTIA DIE RESURREXIT A MORTUIS’ (bajó a los Infiernos; el tercer día resurgió de los muertos). Abajo el Cristo traje el fruto de la redención a los rectos antes de su muerte y resurrección. Abarrotados en un  antro cavernoso, estos muertos se adelantan y dirigen la mirada piedosa al Salvador; entre ellos se puede reconocer a los Patriarcas: Adán representado como un viejo con una barba larga y grisa que tende la mano hacia el Cristo bajándose allá donde Eva, con los brazos cruzados, está arrodillada. En la derecha aparece Juán Bautista, vestido de piel de animales y de un manto morado que muestra un papelito con la inscripción ‘ECCE AGNUS DEI’. Juán de todas formas, representa la connexión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento porqué se considera el último de los profetas y el primer Santo del Nuevo: se nota, en efecto, que respecto a las otras almas del Limbo, él aparece provisto de auréola. En la izquierda el diablo está saliendo de la puerto de los infiernos. Arriba está representada la resurrección: el Cristo está de pié arriba del sepulcro de marmol y lleva en la mano el estandarde rojocruzado.
 
    V. En el rincón abajo en la derecha, según un plan iconográfico abitual, aparece el apostol Tomás que dice: ‘DESCENDIT AD INFEROS TERTIA DIE RESURREXIT A MORTUIS’ (bajó a los infiernos, el tercer día resurgió de los muertos). En correspondencia, en la izquierda, el profeta Oseas pronuncia: ‘MORSUS TUUS ERO INFERNE’ que remite a la sentencia del libro del profeta ‘O mors ero mors tua, morsus tuus ero, inferne’ (Oh muerte seré tu muerte, oh infierno seré tu punición).
 
VI. La representación del Símbulo apostólico sigue con el Ascensión, como preanuncia Santiago el Menor: ‘ASCEN[DIT IN] CELUM SEDET AD DEXTERAM DEI [PATRIS] OMNIPOTENTIS’ (Subió a los cielos. Sienta a la derecha del padre omnipotente). El Redentor está representado en postura hierática, perfectamente frontal, y sentado; abajo un paisaje ameno y una atmósfera rarefaciente sugeren le tierra que se  desarrolla desda las ciudades con torres hasta las montañas y la representación de una maravillosa marina. En la izquierda de la bóveda el  profeta Amos recita: ‘[QUI AE]DIFICA[V]IT I[N COELO] ASC[ENS]ION[EM] S[U]A[M]’ (Construyó en cielo su ascensión).

 VII. La séptima escena está introducida por el filaterio de Felipe donde se lee: ‘INDE VENTURUS EST IUDICARE VIVOS ET MORTUOS (viendrá para juzgar a los vivo y a los muertosi)’. En el otro lado de la bóveda, Sull’altro lato della vela, Joel recita de su libro el  credo profético: ‘IN VALLE IOSAPHAT IUDICABIT OMNES GENTES’ (En la valle de Josafat juzgará a todos los pueblos). En la escena antonces reconocemos la representación del Juicio Universal, es decir la Segunda llegada de Cristo, cuando viendrán juzgados los vivos y los muertos: en el centro percebimos al Cristo Juez mientras indica las estigmatas, sentado en el medio del grupo de los apóstoles, puestos en círculo, a los cuales durante la Última Cena dijo: “Sentareis en trono para juzgar a las doce tribu de Israel”. En los lados del Cristo están representadosn la Virgen y San Juán Bautista, mientras abajo se encuentra al Arcangel Miguel, él que acompaña a las almas en el más allá. En su derecha se hallan los justos, que un grupo de ángeles  los llevarán hacia el Paraíso mientras que en la izquierda están representados los condenados, empujados por el diablo hacia la boca de un lívido Leviatán, monstruo marino mencionado en el Libro de Job, de cuya boca “salen llamaradas, reventan chispas de fuego”.
 
VIII. El octava escena está presentada por Bartolomé que profesa la verdad de Fe ‘CREDO IN SPIRITUM SANCTUM’ (Credo en el Espíritu Santo). En la izquierda de la bóveda percebimos la inscripción del papelito de Ageo ‘SPIRITUS MEUS ERIT IN MEDIO VESTRUM’ (Mi Espíritu estará en el medio de vosostros. En la escena está representada una paloma, símbulo del Espíritu Santo, que baja hundida en un haz de luz arriba de una hostia levantada en la píxide, colocada en el altar, para transformar el pan en Cuerpo de Cristo.