La Basílica de San Francisco
La vida en el Monasterio
Para entender lo que es un monasterio, es necesario imaginarse una verdadera casa en cuyo interior vive una grande familia. Su función principal es la de hospitar a la comunidad religiosa, formada por personas que viven una vida consagrada, junto a la de los hermanos laicos. Dentro del monasterio, se encuentra todo lo necesario para vivir y cada espacio ha sido estudiado en función de las exigencias de la vida comunitaria.
Los elementos indispensables son: las habitaciones o celdas para dormir, el refectorio, la cocina, el lavadero, las despensas, la biblioteca, los huertos, los jardines, el cláustro y la iglesia.
Los que viven al interior del mismo, tienen que vivir siguiendo algunos principios fundamentales como son: la pobreza, la obediencia a la regla, la castidad, la humildad, la hermandad, la oración y el espíritu misionario. Todo esto hace a los frailes, verdaderos imitadores de San Francisco (imitator Francisci), el cual fue proclamado imitador de Cristo (imitator Christi).
Todas las actividades al interior del monasterio están delimitadas por momentos de oraciones personales y comunitarias llamadas Liturgía de las Horas, que son las oraciones oficiales de la Iglesia Católica,donde alabando a Dios e intercediendo por los hombres, prolongan en la tierra, la función sacerdotal de Cristo. Para que estas oraciónes sean unívocas, la Iglesia ha oficializado una manera para rezar igual en todo el mundo, en las mismas horas del día leyendo los Salmos y la Palabra de Dios. Estos momentos fundamentales son: el Oficio de lectura, que es la primera oración del dia; las Laudes matutinas, la hora Tercia, la hora Sexta, la hora Nona y las completas (la última hora canónica). Tienen que rezar la celebración integral de la Liturgía de las Horas, los Presbiteros y los Obispos pero la Iglesia ha invitado a todos los creyentes para que rezen por lo menos a las horas principales (Laudes, Vísperas y Completas) ya que es la oración una verdadera ayuda para cada Cristiano: permite sentir la presencia de Cristo en los distintos momentos del día y santífica el tiempo, es decir hace santa esta vida terrenal que puede ser así sólo si se vive para Dios.