La primera imágen que nos llega pensando en el Palio de julio es la de la Colegiata de Provenzano en fiesta: la iglesia llena de banderas con colores brillantes que giran en el aire, el rulo de los tambores y las caras de la gente de las contradas llenas de lágrimas de felicidad mientras cantan el ‘Te Deum’ de agradecimiento a la Virgen, delante de la pequeña estatua de barro, tan . . .